viernes, 3 de septiembre de 2010

La Liturgia del Camino y el Sínodo de la Eucaristía

Propuestas del Sinodo de Obispos sobre la Eucaristía y las Celebraciones en el Camino Neocatecumenal.
27 de Octubre de 2005.


El primer Sínodo de Obispos finalizó hace una semana con el objetivo cumplido. Resolver y tratar un tema esencial en la Iglesia: La Eucaristía. Después de las intervenciones de los Padres Sinodales y demás representantes se ha elaborado un escrito con treinta proposiciones que recogen a modo de resumen el resultado del Sínodo.

Por la importancia que tiene para las comunidades neocatecumenales, y para que no pase inadvertido, hemos seleccionado los puntos en los que se ratifica la labor del Neocatecumenado como esencial para la Iglesia y comentamos la idoneidad del mismo para hacer frente al secularismo de la sociedad y la falta de una liturgia viva y eficaz en la mayor parte de celebraciones dominicales.



(en la imagen 200 Obispos de Europa celebrando la Eucaristía en la Domus Galilaeae. Korazím. 2008)


En la proposición 3 se recuerda que la Eucaristía, tal y como se explica en las Catequesis de inicio del Camino Neocatecumenal, tiene una importante connotación Pascual, puesto que la misma deriva de la tradición hebrea de la fiesta del Pésaj, en la que el pueblo judío celebra la salida de la esclavitud de Egipto y el paso por el Mar rojo. “Al instituir la Eucaristía –recuerda el Sínodo- , Jesús creó una novedad radical: cumplió en sí mismo la nueva y eterna alianza. Jesús inscribe, en el contexto de la cena ritual judía, que concentra en el memorial el acontecimiento pasado de la liberación de Egipto, su importancia presente y la promesa futura, su entrega total. El verdadero Cordero inmolado se sacrificó de una vez por todas en el misterio pascual y es capaz de liberar para siempre al hombre del pecado y de las tinieblas de la muerte. El Señor mismo nos ofreció los elementos esenciales del culto nuevo”

En la celebración de la Eucaristía, Jesús, sustancialmente presente, nos introduce mediante su Espíritu en la pascua: pasamos de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría. La celebración de la Eucaristía refuerza en nosotros este dinamismo pascual y consolida nuestra identidad. La Eucaristía, como misterio pascual es prenda de la gloria futura y de ella nace ya la transformación escatológica del mundo. Celebrando la Eucaristía, anticipamos esta alegría en la gran comunión de los santos.

En la proposición 7 se hace una clara referencia a la necesidad de unir el sacramento eucarístico con el de la Reconciliación. Práctica perdida prácticamente en la Iglesia, el Neocatecumenado recupera de forma gradual, mediante celebraciones penitenciales comunitarias ante los tiempos litúrgicos más importantes (adviento, Cuaresma, Pascua…) este sacramento fundamental para la maduración de la fe en el cristiano. No se puede acceder a la comunión sin estar en gracia. Esta premisa, olvidada por numerosos cristianos, es cultivada en las comunidades a fin de que puedan experimentar seguidamente en la Eucaristía el paso de la muerte a la vida. El Sínodo por eso en esta perspectiva comenta: “sería necesario también profundizar en la dimensión de reconciliación ya presente en la celebración eucarística (cf. CCC 1436), en concreto en el rito penitencial, para que se puedan vivir verdaderos momentos de reconciliación en la misma. Las celebraciones penitenciales no sacramentales, mencionadas en el ritual del sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación, pueden despertar el sentido de pecado y formar un espíritu de penitencia y de comunión en las comunidades cristianas, preparando así los corazones a la celebración del sacramento”

En la proposición 10 se hace una clara mención a la función de la dignidad de la Palabra dentro de la celebración de la comunidad cristiana. Por eso el Sínodo exhorta de forma contundente: Hay que vigilar para que la liturgia de la Palabra, organizada bajo el seguimiento de un diácono o de un responsable de la comunidad al que la autoridad competente ha confiado este ministerio regularmente, se cumpla según un ritual específico aprobado a este fin.


 
En este sentido, y para evitar abusos litúrgicos que perjudiquen gravemente el sentido y dignidad del sacramento, el Sínodo y ya en su momento el Concilio, determinaron especificar una preparación necesaria y concreta para poder ejercer ciertos ministerios, como el del lectorado. Ministerios que el Neocatecumenado observa y que ejercen hermanos de la comunidad que se consideran aptos por si virtud y carisma para la realización del mismo. “Conviene por tanto que las Lecturas sean proclamadas con cuidado, si es posible por lectores instituidos” ha especificado el Sínodo.

Así mismo en el Camino Neocatecumenal, desde sus inicios, se practica lo que el Sínodo ha comentado en la proposición 18: El fiel debe ser ayudado a apreciar los tesoros de la Escritura en el Leccionario, mediante el desarrollo del apostolado bíblico, el impulso de grupos parroquiales que preparen la misa dominical con el estudio orante de las mismas lecturas y prácticas litúrgicas como el silencio o unas pocas palabras de introducción que ayuden a una mejor comprensión.

Para apreciar, celebrar y vivir mejor la Eucaristía, hace falta un conocimiento profundo de las Sagradas Escrituras proclamadas. «La ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo» (Cf. «Dei Verbum» 25). Además el pueblo de Dios debe ser educado a través de una catequesis fundada en la Palabra de Dios. Amar, leer, estudiar, meditar y orar la Palabra de Dios es un fruto precioso de la práctica de la «lectio divina», de los grupos de estudio y de oración bíblicos en familia y en las pequeñas comunidades eclesiales. Este último punto también se desarrolla en las comunidades a las que se les enseña a escrutar la Escritura, partiendo de la base de que en la Escritura se encuentra la revelación de Jesucristo, y que en ellas se descubre el amor del Padre hacia los hombres. Esta práctica habitual se va acentuando a medida que el catecúmenos avanza de manera gradual en su itinerario de maduración en la Fe.

De igual manera en la misma proposición se hace una referencia explícita a la mejora de la Oración universal que tiene lugar en la Eucaristía. En las celebraciones eucarísticas de las comunidades dichas oraciones brotan de la espontaneidad e inspiración de un hermano que haya preparado con celo y amor la liturgia. En esta linea el Sínodo recomienda que “Ha de buscarse una expresión para la oración de los fieles que se relacione mejor con la Palabra de Dios, con las necesidades de la asamblea y más ampliamente con las de toda la humanidad”

En la proposición 11 que trata la escasez de sacerdotes se especifica que: no tener miedo de proponer a los jóvenes la radicalidad del seguimiento de Cristo; sensibilizar a las familias, que en algunos casos son indiferentes o incluso contrarias; cultivar la oración por las vocaciones en todas las comunidades y en todos los ámbitos eclesiales;

Todos los puntos que el Sínodo recomienda se cumplen, de forma rigurosa en el Neocatecumenado. Los encuentros vocacionales anteriores y posteriores a las JMJ, la liturgia doméstica que tiene lugar el domingo con el rezo de los Laudes y la iniciación a la oración que se desarrolla como una etapa en el recorrido catecumenal certifican esta práctica común dentro de las comunidades. Cabe decir que dichas prácticas son y han sido verdaderamente eficaces para aumentar el numero de vocaciones no solo sacerdotales sino también contemplativas.

La proposición 14 hace una clara referencia a la evangelización y misión de la Iglesia. El Sínodo literalmente recomienda, la creación de itinerarios de tipo catecumenal para fortalecer y desarrollar la Fe de los neófitos y/o de los bautizados que necesiten profundizar en las riquezas de la Fe: “Con este objetivo, habrá que desarrollar itinerarios catecumenales bien inculturados, en los que se sitúe la presentación del contenido doctrinal y la introducción en la vida espiritual, moral, y en el compromiso social”

A la vez recomienda y exhorta al compromiso de toda la comunidad eclesial en favor de la evangelización de la diócesis y demarcación parroquial. No como una tarea proselitista o desesperada sino como necesidad ulterior de llevar el Evangelio, la Buena Noticia, al hombre destruido y acorralado por las preocupaciones de la vida: “Todo el pueblo de Dios --obispos y párrocos, según su responsabilidad específica-- debe implicarse en esta formación permanente promovida en cada Iglesia particular, especialmente los fieles que actúan en las parroquias y en las comunidades, como los catequistas y los evangelizadores”

Las parroquias y las pequeñas comunidades que forman parte de ellas deben ser escuelas de mistagogía eucarística. Más que nunca la Iglesia reconoce a la pequeña comunidad como elemento fundamental y necesario para la fe de los cristianos. Después de 40 años del nacimiento del Camino Neocatecumenal estas proposiciones confirman la santidad e idoneidad del carisma surgido por la gracia del Espíritu Santo como consecuencia del Concilia Vaticano II. Con casi 20.000 comunidades repartidas por los cinco continentes el Camino, más que nunca, goza de vitalidad y eficacia, y de un apoyo por parte de la Santa Sede y de la Iglesia nunca antes visto. Como si de un reconocimiento a la labor evangelizadora realizada durante todos estos años el Sínodo recuerda que “En el marco de la nueva evangelización, reconocemos la necesidad de desarrollar nuevas formas de catequesis adecuadas a las diversas situaciones y culturas”


 
”La celebración de la Eucaristía debe promover cada vez más a todos los niveles la toma de conciencia y la realización de una «Iglesia familia» a través de la solidaridad, las relaciones familiares y la comunión entre todos los miembros de la comunidad”

La proposición 16 recuerda la importancia de las Catequesis tan olvidadas durante años en la Iglesia para la maduración de la fe del cristiano. El Camino, un itinerario que redescubre el catecumenado de la Iglesia primitiva, pone su centro, como antaño, en la evangelización a través de la catequización. Por eso el Sínodo recuerda que “La tradición antigua de la Iglesia recuerda que el camino cristiano, sin descuidar la comprensión sistemática de los contenidos de la fe, es experiencia que nace del anuncio, se profundiza en la catequesis, y encuentra su fuente y su cumbre en la celebración litúrgica”

Y la proposición 25 en esta misma línea comenta en uno de los párrafos: “Para orientar a los fieles sobre el misterio celebrado, es necesaria una previa catequesis que favorezca su activa participación impregnada de auténtica piedad”

En el apartado 23 se propone curiosamente una práctica que se da desde el principio en las Eucaristías de las comunidades neocatecumenales y que proviene de la liturgia Ambrosiana: Adelantar el rito de la paz antes del ofertorio, para darle mayor importancia y poder cumplir con el precepto evangélico “ponerse a bien con el hermano antes de ofrecer una oblación a Dios” El saludo de paz en la santa misa –recuerda la proposición- es un signo expresivo de gran valor y profundidad (Cf. Juan 14,27). Sin embargo, en ciertos casos, asume una dimensión que puede resultar problemática, cuando se prolonga demasiado o incluso cuando suscita confusión, justo antes de recibir la Comunión. Quizás sería útil valorar si el signo de la paz no debería situarse en otro momento de la celebración, teniendo en cuenta costumbres antiguas y venerables.

La proposición 27 clarifica la posición del arte en la Liturgia cristiana, y ratifica que la Nueva Estética que el Camino Neocatecumenal ofrece a la Iglesia es válida. "En la historia de la celebración de la santa misa y de la adoración eucarística, reviste una función de gran importancia el arte sagrado en sus diferentes expresiones, empezando por la arquitectura. Ésta traduce el significado espiritual de los ritos de la Iglesia en formas comprensibles y concretas, que iluminan la mente, tocan el corazón y forman la voluntad. Además, el estudio de la historia de la arquitectura litúrgica y del arte sagrado en general por parte de los laicos, seminaristas y sobre todo los sacerdotes, puede iluminar la reflexión teológica, enriquecer la catequesis y despertar ese gusto por el lenguaje simbólico que facilita la mistagogía sacramental"

Por último, un conocimiento profundo de las formas que el arte sagrado ha sabido producir a través de los siglos, puede ayudar a quienes están llamados a colaborar con los arquitectos y los artistas a diseñar adecuadamente, al servicio de la vida eucarística y de las comunidades actuales, tanto los espacios de celebración como la iconografía.

La última proposición, la 30, trata el tema del “Dia del Señor”. En la misma “Se propone ayudar a los fieles a considerar como paradigmática la experiencia de la comunidad primitiva y la de las generaciones de los primeros siglos. Ofrézcase a los cristianos la oportunidad, a través de la catequesis y la predicación, de meditar sobre el «Dies Christi» como día de la resurrección del Señor y, por ello, como fiesta de liberación, día regalado para gustar los bienes del Reino de Dios, día de la alegría por el encuentro con el Viviente, presente entre nosotros” Se insiste nuevamente en la importancia de la catequesis para redescubrir la fuerza del sacramento y el día reservado para el mismo. Esta práctica, que se había, como hemos dicho, perdido, vuelve a recuperarse en las comunidades, en las que domingo tras domingo se recuerda la importancia del mismo en la vida del cristiano.

Auguramos por tanto que el Día del Señor se convierta también en el día de los cristianos, respetado por toda la sociedad con el descanso del trabajo. Que en torno a la celebración eucarística del domingo se organicen manifestaciones propias de la comunidad cristiana, como encuentros amistosos, formación de la fe de los niños, jóvenes y adultos, peregrinaciones, obras de caridad y diversos momentos de oración.

Por último reconoce la posibilidad de poder celebrar la Eucaristía el sábado por la noche, como suelen hacerlo las comunidades, que la viven como si de una Pascua se tratara, esperando en la noche que Cristo resucite y pase: Aunque el sábado por la tarde pertenece ya al domingo (primeras vísperas), y está permitido cumplir el precepto dominical con la misa prefestiva, es necesario recordar que es el día del domingo en sí mismo el que merece ser santificado para que no haya «vacío de Dios».

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